Pediatra

La pediatría es la rama de la medicina que se enfoca en la atención médica y el cuidado de los niños, desde el nacimiento hasta la adolescencia. Los médicos especializados en pediatría, conocidos como pediatras, brindan atención integral a los niños, incluyendo el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, así como el seguimiento de su crecimiento y desarrollo.

La pediatría abarca una amplia gama de áreas de atención y servicios, que incluyen:

Atención preventiva: Los pediatras se encargan de realizar exámenes de rutina, como los controles de crecimiento y desarrollo, las vacunas, la detección temprana de enfermedades y la promoción de hábitos saludables, como una alimentación equilibrada y el ejercicio regular.

Atención aguda: Los pediatras evalúan y tratan enfermedades comunes en los niños, como infecciones respiratorias, enfermedades gastrointestinales, infecciones de oído, erupciones cutáneas, lesiones y fracturas.

Atención crónica: Los pediatras también se especializan en el manejo de enfermedades crónicas en los niños, como el asma, la diabetes, la epilepsia, las enfermedades del corazón, el trastorno del espectro autista y muchas otras condiciones médicas crónicas.

Desarrollo y comportamiento: Los pediatras evalúan y brindan orientación sobre el desarrollo físico, cognitivo, emocional y social de los niños. También pueden diagnosticar y tratar trastornos del desarrollo, trastornos del aprendizaje, trastornos del comportamiento y problemas de salud mental.

Asesoramiento y educación: Los pediatras proporcionan información y asesoramiento a los padres y cuidadores sobre temas relacionados con la crianza, la nutrición, la seguridad, la lactancia materna, la prevención de accidentes, la disciplina y otros aspectos importantes para el bienestar de los niños.

Los pediatras trabajan en estrecha colaboración con otros profesionales de la salud, como enfermeras pediátricas, psicólogos infantiles, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos, para brindar una atención integral y multidisciplinaria a los niños.

La pediatría se basa en principios de cuidado centrado en el niño, respetando su bienestar, desarrollo y derechos. Es fundamental buscar atención pediátrica adecuada para asegurar la salud y el bienestar óptimos de los niños durante sus años de crecimiento y desarrollo.

 

Varicela

La varicela es una enfermedad infecciosa altamente contagiosa causada por el virus varicela-zóster. Es comúnmente una enfermedad de la infancia, aunque también puede afectar a adolescentes y adultos que no han sido previamente expuestos o vacunados contra el virus.

Los síntomas característicos de la varicela incluyen:

Erupción cutánea: Se desarrollan ampollas llenas de líquido que aparecen en todo el cuerpo, incluyendo la cara, el tronco, los brazos, las piernas y el cuero cabelludo. Estas ampollas pueden picar y formar costras a medida que se curan.

Fiebre: La varicela generalmente se acompaña de fiebre, que puede variar en intensidad.

Malestar general: Puede haber síntomas similares a los de un resfriado, como dolor de cabeza, dolor de garganta, cansancio y falta de apetito.

Picazón: La erupción de la varicela puede causar picazón intensa, lo que puede llevar a la irritación de la piel y a la formación de costras si se rasca en exceso.

La varicela es altamente contagiosa y se propaga principalmente a través del contacto directo con las ampollas o el líquido de las ampollas de una persona infectada. También se puede transmitir a través del aire cuando una persona infectada tose o estornuda.

La mayoría de los casos de varicela son leves y se resuelven por sí solos en unas dos semanas. Sin embargo, en algunos casos, especialmente en personas con sistemas inmunológicos debilitados, pueden ocurrir complicaciones más graves, como infecciones secundarias de la piel, neumonía varicelosa o inflamación del cerebro.

La prevención de la varicela se puede lograr mediante la vacunación. La vacuna contra la varicela es segura y efectiva, y se recomienda para la mayoría de los niños y adultos que no han tenido la enfermedad ni han sido vacunados anteriormente. La vacuna puede prevenir o mitigar la gravedad de la enfermedad en caso de exposición.

En caso de contraer varicela, se recomienda mantener una buena higiene personal, evitar el contacto cercano con personas no inmunizadas o susceptibles, y aliviar los síntomas con medidas como la aplicación de compresas frías, la administración de medicamentos para aliviar la fiebre y la picazón (bajo supervisión médica) y evitar rascarse las ampollas para prevenir infecciones secundarias.

Es importante buscar atención médica si se sospecha de varicela, especialmente en casos de complicaciones o en personas con sistemas inmunológicos debilitados.

 

Sarampión

El sarampión es una enfermedad viral altamente contagiosa causada por el virus del sarampión. Afecta principalmente a los niños, pero puede afectar a personas de todas las edades que no estén inmunizadas. El sarampión se propaga a través del contacto directo con las secreciones respiratorias de una persona infectada.

Los síntomas del sarampión generalmente aparecen entre 7 y 14 días después de la exposición al virus e incluyen:

Fiebre alta: El sarampión comienza con fiebre alta, a menudo superior a 38.3 °C.

Erupción cutánea: Se desarrolla una erupción roja y plana que comienza en la cara y se extiende al resto del cuerpo. La erupción puede durar varios días y luego desaparecer gradualmente.

Conjuntivitis: Los ojos pueden enrojecerse, inflamarse y producir lágrimas.

Tos y congestión nasal: Pueden aparecer síntomas similares a los de un resfriado, como tos, congestión nasal, moqueo y estornudos.

Pequeñas manchas blancas: Se pueden observar manchas blancas dentro de la boca, en la parte interna de las mejillas.

Malestar general: Puede haber sensación de malestar, falta de apetito, dolor de cabeza y dolores musculares.

El sarampión puede causar complicaciones graves, especialmente en niños pequeños y personas con sistemas inmunológicos debilitados. Estas complicaciones pueden incluir infecciones respiratorias como neumonía, infecciones del oído, infecciones oculares, e incluso encefalitis (inflamación del cerebro), que puede ser potencialmente mortal.

La mejor forma de prevenir el sarampión es a través de la vacunación. La vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (conocida como la vacuna triple viral) es altamente efectiva y se administra en dos dosis. La vacuna no solo protege a la persona vacunada, sino que también contribuye a la inmunidad colectiva, ayudando a prevenir la propagación del virus en la comunidad.

Si se sospecha de sarampión, es importante buscar atención médica y evitar el contacto cercano con otras personas para prevenir la propagación del virus. Se pueden tomar medidas para aliviar los síntomas, como descansar, mantenerse hidratado, utilizar medicamentos para aliviar la fiebre y el malestar (bajo supervisión médica) y evitar la exposición a la luz brillante en caso de sensibilidad ocular

Es fundamental seguir las recomendaciones de vacunación y estar al día con las vacunas correspondientes para prevenir el sarampión y proteger la salud de la comunidad en general.